Todo el mundo sabe qué es el spam. No todo el mundo, no obstante, conoce la historia curiosa y algo surrealista que se esconde tras ese término actualmente tan familiar. Si pensamos en spam, nos vienen a la mente dos cosas: las latas de carne en conserva de la Segunda Guerra Mundial y los mensajes no deseados que inundan nuestra bandeja de entrada. ¿Cómo es que un producto alimenticio terminó dando nombre a la plaga de Internet? La historia del spam es una curiosa mezcla de guerra, comida enlatada, humor británico y el nacimiento del mundo digital. También es la historia de un montón de acontecimientos insólitos, cómicos y un tanto absurdos.
El origen de la historia del spam (que no del correo basura) reside en la marca de alimentos Hormel Foods, que en 1937 decidió crear un producto económico a base de carne de cerdo enlatada. Este producto fue bautizado como SPAM, un acrónimo de ‘SPiced hAM’. Durante la Segunda Guerra Mundial, este alimento se convirtió en un elemento indispensable en las raciones de los soldados aliados, lo que llevó a la carne SPAM a ser conocida en todo el mundo.
Sin embargo, el salto a la cultura popular y a la inmortalidad llegó de la mano de los británicos Monty Python. En un sketchcómico de 1970 que satirizaba la omnipresencia de la carne enlatada en la dieta británica durante la guerra, el término spam se convirtió en un símbolo de algo que se repetía hasta la saciedad. En la escena, todos los platos del menú de un restaurante se transforman en SPAM. Cuando la mesera repite la palabra, un grupo de vikingos cantan “¡spam, spam, spam, spam, spam, spam, spam, spam, delicioso spam! ¡Maravilloso spam!”, ahogando la conversación hasta que finalmente les piden que se callen.
Tiempo después, este sketch de Monty Python fue recordado por los primeros usuarios de Internet. En ese momento, las primeras redes, como Usenet, un sistema de comunicación global utilizado por académicos y especialistas en tecnología, considerada la primera red social en línea, empezaron a sufrir la invasión de mensajes masivos y repetitivos. Los usuarios, recordando el sketch, comenzaron a llamar a estos mensajes spam para reflejar su naturaleza repetitiva, invasiva y no deseada.
Así es como spam pasó de ser una lata de carne a convertirse en el fenómeno que hoy todos conocemos y sufrimos en nuestros correos electrónicos. La adopción del término fue tan rápida que en 1998 la propia Hormel Foods se vio obligada a emitir un comunicado en el que se desmarcaba del spam electrónico, alegando que ellos eran “víctimas inocentes de la evolución de la lengua”.
La génesis del correo electrónico spam se sitúa en 1978, y el “responsable” no es otro que Gary Thuerk, justamente apodado el “padre del spam“. Con una astucia envidiable, supo sacar provecho de ARPANET, una de las primeras redes que daría lugar a Internet. Thuerk envió un mensaje publicitario a 400 buzones electrónicos con un solo golpe de tecla. Como era de esperar, los usuarios no tenían idea de lo que les llegaba. En ese momento, la red contaba con un total de 2 600 usuarios, lo que significa que este correo electrónico inesperado llegó a un 15% de todos los usuarios en línea del mundo.
En 1988, comenzaron las primeras cadenas de emails y el uso de mensajes basura entre los jugadores online, y en 1994, un estudiante se coló en todos los grupos de Usenet un mensaje titulado “Global Alert for All: Jesus is Coming Soon” (“alerta global para todos: Jesús viene pronto”). Poco tiempo después, un bug en el software de la misma red había causado sin querer la publicación en masa de 200 mensajes.
Aunque estos fueron los primeros spam notificados, en 1994 Laurence Canter y Martha Siegel, abogados que trabajaban para la solicitud de la deseada Green Card Lottery en Estados Unidos, un sistema creado para diversificar la inmigración, se hicieron amos y señores del término spam tras una idea brillante que tuvieron (o espantosa, dependiendo de la perspectiva). Se hicieron tan ricos y vivieron tanto de ello que les hizo pasar como los creadores del spam.
Como hemos dicho, ambos gestionaban la solicitud de la Green Card Lottery. Aunque el proceso de registro era tan simple como enviar una postal, Canter y Siegel vieron una oportunidad: ¿y si aprovechaban el desconocimiento de la gente para venderles un servicio a un precio inflado? Para su ingenioso y un tanto malvado plan, contrataron a un programador y desataron su plan en Usenet. Los usuarios, que esperaban debates amistosos y noticias, se toparon con una invasión de publicidad no deseada. El anuncio decía “Green Card Lottery – ¿La última?”.
Desde entonces, el spam ha evolucionado enormemente, y aunque los filtros y las leyes han conseguido reducir su impacto, sigue siendo una constante en la vida digital. El spam ya no es solo correo no deseado, sino también publicidad intrusiva, bots en redes sociales, estafas y todo tipo de contenidos molestos o perjudiciales en Internet.
En los últimos años, el spam ha sido estudiado desde diferentes perspectivas, y se ha convertido en objeto de análisis en campos tan diversos como la sociología, la economía o la psicología. Existe incluso una disciplina conocida como “spamología”, que se dedica a estudiar este fenómeno en todas sus variantes.
Ahora, algunos datos extra:
El 29 de mayo de 1864, un dentista llamado Gabriel envió un telegrama a personalidades de Londres promocionando sus servicios, lo que causó alarma e indignación debido al uso habitual de este medio para urgencias. Este evento evidencia que la práctica del spam ya existía con la llegada de la telegrafía, que permitía el envío a varios destinatarios. ¿O fue simple publicidad?
En plataformas de chat tempranas, los usuarios solían publicar grandes bloques de texto sin sentido para entorpecer las conversaciones. Por ejemplo, los fans de Star Trek invadían chats de Star Wars y llenaban la conversación con texto aleatorio, lo que imposibilitaba la fluidez de las charlas entre los fans de Star Wars. ¡Guerra de nerds!
El spam vivió su apogeo en los primeros diez años de este siglo. En 2008, representó el 85% de todo el correo electrónico, contradiciendo la predicción hecha por el cofundador de Microsoft, Bill Gates, quien cuatro años antes había pronosticado su fin en 2 años. Durante la mitad de la década de 2000, un spammer de nombre Ronnie Scelson enviaba unos 4 000 millones de correos spam mensuales. Argumentaba que, dado que el envío de correos era gratuito, si tan solo tres a cinco personas respondían diariamente, todavía obtenía una ganancia sustancial. El spam, a pesar de todo, resulta rentable.
Más allá de sus implicaciones tecnológicas, económicas o sociológicas, la historia del spam nos ofrece una lección fascinante sobre cómo la cultura popular puede influir en el desarrollo de la tecnología. Quién iba a decir a los creativos de Hormel Foods en 1937 que su producto acabaría dando nombre a uno de los fenómenos más destacados de la era digital. Y quién iba a decir a los Monty Python que su irreverente humor acabaría dejando una huella tan profunda en la jerga de Internet.
La próxima vez que maldigas al abrir un correo no deseado o borres una publicidad intrusiva, recuerda la historia del spam. No es solo una lata de carne ni un correo basura; es un vínculo curioso e insospechado entre la cultura popular, la guerra, la comedia y la tecnología. Una muestra de cómo el lenguaje y la cultura se adaptan y evolucionan en un mundo cada vez más digital, y una prueba de que, a veces, los caminos de la historia son tan extraños y sorprendentes como la trama de un sketch de los Monty Python.