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La guerra de las corrientes

una contienda por el imperio de la luz

31 Marzo 2023

1893. Millones de personas se han congregado en el recinto de la Exposición Universal de Chicago para ver con sus propios ojos la nueva electricidad de Nikola Tesla. Grover Cleveland, el presidente de Estados Unidos, pulsa un botón y 100.000 bombillas incandescentes iluminan el recinto. El público clama de manera entusiasta. La corriente alterna se ha impuesto sobre la corriente continua e iluminará el mundo de los siglos venideros.

Había acabado la guerra de las corrientes, que tuvo su inicio 12 años antes en otra exposición universal, la de París, en la que Thomas Edison presentó la primera lámpara incandescente de la historia.

Con Thomas Edison, el empresario George Westinghouse y Nikola Tesla como protagonistas, en esta dura batalla se peleó por el sistema más adecuado que debería iluminar el mundo moderno, si la corriente alterna o la corriente continua. Fue una guerra sin pistolas ni cuartel, pero no por ello menos sucia. Edison llegó a contratar a niños para que recogieran perros callejeros con el objeto de electrocutarlos con corriente alterna y así defender su sistema eléctrico.

Veamos cómo y por qué se desarrolló todo, en una desagradable guerra mediática, de muertes y complots.

Una disputa de genios, pero también de egos sin parangón.

Objetivo: luz

Thomas Edison, nacido en Ohio en 1847, creó dos de sus inventos más destacados en tiempos muy próximos: el fonógrafo (1877) y la lámpara incandescente (1879). Hacía ya un tiempo que se había trasladado a Menlo Park (Nueva Jersey), y el descubrimiento de la bombilla le valió el apodo de “El mago de Menlo Park”. En un evento ante más de 3.000 personas, mantuvo encendida su bombilla durante 48 horas seguidas. El fuego había dejado de iluminar el mundo y Edison, que ya gozaba de cierta popularidad por sus anteriores inventos, se hizo famoso y rico

Edison fundó Edison Electric para desarrollar e implementar su tecnología de corriente continua, base de la lámpara incandescente. Se fusionó con el magnate J.P. Morgan y crearon la primera central eléctrica de corriente continua en Manhattan (1882). Sin embargo, este sistema tenía limitaciones: no cubría largas distancias (requería una estación cada 1,6 km) y resultaba caro de implementar.

Asimismo, el firmamento de Nueva York se vio plagado de gruesos cables de cobre que generaban una imagen de metrópoli atrapada en una inmensa red eléctrica de araña. Además, el cableado de toda la ciudad se convirtió en un peligro evidente, tal como se demostró durante el episodio del Gran Huracán Blanco, que asoló la ciudad en 1888. Vientos huracanados rompieron numerosos cables, que cayeron sobre los transeúntes. Más de 400 personas murieron en esa tragedia, la mayoría de las cuales electrocutadas.

“La gran ventisca” 1888 (Virily)

Edison tenía un problema y lo sabía. Tampoco sabía que un genio loco austríaco que trabajaba en una de sus filiales en París, el joven Nikola Tesla, tenía ya la solución al problema de la corriente continua: la corriente alterna.

Tesla nació en 1856 en el antiguo Imperio Austrohúngaro (hoy Croacia). Llegó al mundo bajo una tormenta eléctrica. Su madre dijo en aquel entonces: “será hijo de la luz”. Idealista y con una imaginación ilimitada, desde pequeño fue arraigando el deseo de lograr energía gratuita para todos. Su memoria fotográfica era prodigiosa y era capaz de transformar todo lo que imaginaba en su cerebro en asombrosos inventos patentables. En 1882, se mudó a París para trabajar en la Continental Edison Company, sucursal de su admirado Edison. Después de un excelente trabajo allí, fue recomendado para trabajar al lado del científico en Estados Unidos.

Choque de personalidades y métodos

Edison le encargó su primera tarea: mejorar el sistema de corriente continua. Si lo lograba, recibiría 50.000 dólares.

Pronto comenzaron las diferencias. Edison era práctico, empírico y con visón de negocio. Tesla era idealista, con una basta formación teórica que le permitía hacerlo todo rápidamente y sin obstáculos. Esto sacaba de quicio a Edison, que llegó a llamarle “el poeta de la ciencia”. No era un cumplido.

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Thomas Edison
Nikola Tesla
Nikola tesla

Tesla era un fóbico de los gérmenes, fastidiosamente limpio hasta el punto de (supuestamente) usar 17 toallas limpias al día, y afirmaba tener una “violenta aversión contra los pendientes de las mujeres”. Y todo lo que hacía debía ser divisible por 3, como las habitaciones de hotel donde se hospedaba o el hecho de dar tres vueltas a la manzana para entrar en un edificio.

El único parecido: ambos eran egocéntricos que aborrecían la egolatría en los demás. Quizás por algo relacionado con los egos, cuando Tesla mostró a Edison la solución al problema de la corriente continua (el motor de inducción), Edison le dijo sin rodeos que estaba perdiendo el tiempo y que la corriente alterna nunca funcionaría. Aunque la solución presentaba múltiples ventajas, Edison las ignoró y menospreció a Tesla. Además, se negó a pagarle la recompensa prometida alegando que era una broma. “Tesla, no entiendes el sentido del humor americano”.

Decepcionado, con el corazón roto, sin amigos y sin familia, Tesla renunció y comenzó una aventura en solitario. Reunió suficiente dinero para fundar la Tesla Electric Light Company, donde desarrolló varias patentes de éxito. Pero, cuando de negocios se trataba, el croata era un desastre, y le engañaron en varias ocasiones. Acabó dedicándose a cavar zanjas para costear su vida. Lo que no imaginó es que esas zanjas serían las que albergarían los cables de Edison, que iluminarían Nueva York con corriente continua.

Una persona llegaría a su vida para cambiar el rumbo de las cosas: George Westinghouse. Se dice que fue él quien verdaderamente lidió la batalla de las corrientes contra Edison, al menos en términos económicos.

Conflicto electrizante

Desde la presentación de la bombilla incandescente en la Exposición Internacional de Electricidad de París en 1881, el empresario George Westinghouse se había interesado por el mercado incipiente de la electricidad, para el que vislumbró oportunidades infinitas. Fundó Westinghouse Electric para competir con Edison, pero no apostó por la tecnología de corriente continua, sino por la corriente alterna, cuya patente había adquirido en 1884.

Aún sin Tesla en el escenario, Edison y Westinghouse entraron en una gran batalla por dominar el mercado eléctrico con sus respectivos sistemas antagónicos. Edison lanzó una campaña de desprestigio contra la corriente alterna, con el objetivo de demostrar que era peligrosa y mortal. Despreció repetidamente a Westinghouse y sus sistemas ante la prensa; colgó carteles por toda la ciudad advirtiendo de los peligros de la corriente alterna; promovió el uso de la silla eléctrica, que utilizaba corriente alterna, como método de ejecución; sacrificó a caballos (un total de 11), perros, gatos u ovejas; y no dudó en electrocutar hasta la muerte a una hembra de elefante (Topsy), para demostrar la mortalidad de la corriente alterna.

A pesar de la lucha, Westinghouse aún no había podido ofrecer con corriente alterna todo lo que Edison ofrecía son su tecnología.

En 1888 todo cambió. Un despechado Tesla entra de nuevo al escenario para proporcionar a Westinghouse lo que siempre le había faltado: el motor de inducción que Edison rechazó, con el que al fin podrían ofrecer los mismos servicios. Westinghouse Electric compró los derechos de desarrollo y explotación y finalmente se posicionó como la principal competidora de Edison. Hizo a Tesla rico con decenas de miles de dólares, aunque después dejó de pagarle las regalías.

Tras varios meses más de batalla, finalmente Westinghouse obtuvo el contrato para suministrar electricidad a la Feria Mundial de Chicago de 1893, y utilizaría para ello el invento de Tesla. Ello creó un efecto de bola de nieve. Rápidamente consiguieron otros contratos, como el de construir los generadores de corriente alterna para una central hidroeléctrica en las cataratas del Niágara. Cuando la central demostró su capacidad para suministrar electricidad a Buffalo, la segunda ciudad más grande del estado de Nueva York, se consideró que la Guerra de las Corrientes había terminado.

De manera lenta y progresiva, la corriente alterna fue sustituyendo a la corriente continua. A Tesla le gustaba decir: “el presente es suyo, el futuro es mío”. Hoy, solo los ordenadores, los LED, las células solares y los vehículos eléctricos se alimentan de corriente continua.

Dos finales para dos almas dispares

Incapaz de obtener ingresos regulares de su genialidad, Tesla falleció en 1943, solo, marginado por su locura y su personalidad excéntrica, y prácticamente sin recursos económicos. Murió en la habitación 3.328 del Hotel New Yorker, que actualmente se conoce como “Tesla’s House”.

Edison, tras de perder la guerra de las corrientes, recibió la patente para el quinetógrafo, que permitió la inauguración de una nueva industria, la cinematográfica. A su muerte, el país bajó sus luces durante un minuto en su honor. Si duda, supo crear un personaje de cara a la galería.

La guerra de las corrientes quedó inmortalizada para siempre por la banda de heavy metal AC/DC (corriente alterna/corriente continua). Los hermanos Malcolm Young y Angus Young idearon el nombre para la banda después de ver escrito «AC/DC» en la parte de abajo de la máquina de coser de su hermana Margaret. Sintieron que este nombre simbolizaba el sonido enérgico y crudo de la banda, así como el poder de sus actuaciones. Sin duda alguna, la batalla de las corrientes fue una lucha enérgica, cruda y de búsqueda de poder.

Máquina de coser con las siglas AC – DC (Rockfm)
 

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